Queremos que seas parte

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Prometeo

¿Qué queremos? ¿Qué proponemos?

¿Qué queremos? ¿Qué proponemos?
La crisis histórica de la humanidad se expresa en su crisis de dirección revolucionaria.

Hace muchos años incubo la idea de impulsar un proyecto universitario dedicado exclusivamente a la Filosofía, como aquí se la entiende. Tal idea nació en Nueva York mientras escribía mi primera tesis sobre Filosofía de la Imagen y como decía el Ché: “Si no existe la organización, las ideas, después del primer momento de impulso, van perdiendo verificación, van cayendo en la rutina, van cayendo en el conformismo y acaban por ser simplemente un recuerdo.”. Hoy las vueltas del tiempo me hicieron pergeñar la estructura de una “Universidad de la Filosofía” que, esta vez, naciera libre de aquellos requisitos, no pocas veces odiosos, que suelen plagar a la vida académica en Filosofía y que suelen oscilar por ejemplo (según mi experiencia) entre lo “ideológico” y lo burocrático (de ida y vuelta), con frecuencia, confundiéndose. Me pasó muchas veces y le pasó a muchos colegas: frenos por todas partes, exámenes rutinarios, prejuicios teóricos, papeleo inclemente, petulancias doctorales y decepción galopante. Mala paga. La demagogia “a la orden del día” alimentada con oportunismo, clientelismo y reformismo. Mucha palabrería, calidad científica mercenaria, poco diagnóstico sobre las urgencias individuales y sociales y poca praxis filosófica comprometida con la realidad. Algo hay que hacer para librar a la Filosofía de ese fardo alienante.

Hay sed de ideas en todo el mundo. La crisis del sistema dominante en lo económico, lo político, lo cultural y lo social taladra los rincones más íntimos de la existencia y los pueblos se preguntan con mayor urgencia qué alternativas concretas hay que construir -cuanto antes- en sus luchas magníficas para no fallecer sepultados bajo los escombros de un sistema, decrépito e injusto, que no sabe cómo resolver sus errores, no sabe cómo frenar la miseria y las hambrunas que ha desatado, no sabe cómo detener el daño a los ecosistemas ni sabe como esconder los muertos que produce por desnutrición, por enfermedad o por guerras obscenas (obscenas por guerras y obscenas por mercantiles). Hay sed de ideas (no inanición de ideas) y nosotros, es decir un grupo de colegas, nos hemos propuesto crear un vertedero, con lo que tengamos, con lo que consigamos, con lo que contemos... para intentar saciar, con herramientas filosóficas, lo que podamos en nuestras condiciones. Estás invitado.

Ponemos en píe la “Universidad de la Filosofía”. Tres características y políticas: 1. Es una Universidad dedicada exclusivamente a la Filosofía y todo lo que se nos ocurra creativa y críticamente –en colectivo y bajo consenso- que puede significar esto. 2. Es una Universidad en construcción permanente, portátil, virtual y presencial, a distancia y cercana, obligada a mantener rigor teórico-metodológico crítico, revolucionario y científico, en vinculación directa con la realidad de nuestros pueblos y sus mejores luchas emancipatorias. 3. Es una Universidad libre y mundial, sin “reconocimiento de validez oficial”, sin burocracia y sin sectarismo. Somos de los que pensamos que "No se Necesita Licencia para Pensar" y eso no implica negación dogmática del trabajo que muchas instituciones oficiales hacen a favor de la Filosofía, aunque si pensamos que no tiene por qué ser el único formato.

Proponemos otro camino. Ya que decidimos ser una Universidad que elude el tránsito por esas burocracias que (intoxicadas con dilaciones por corrupción, por proteccionismo o por persecución ideológica) acreditan o confieren permisos para pensar, producir y enseñar la Filosofía, ideamos nuestrosistema propio de “validación” basado en buscar y producir respuestas concretas a una de las mayores necesidades de la humanidad que padece a estas horas una crisis mundial de dirección revolucionaria. Con todas la significaciones que esto implica. Ese es al "alma mater" de la “Universidad de la Filosofía”.

Dr. Fernando Buen Abad Domínguez

Rector-Fundador

http://universidaddelafilosofia@gmail.com

Conferencia en CIESPAL

Conferencia en Ecuador

Hasta Siempre Comandante

El de la "Comunicación" es un problema de Seguridad Regional

¿Hacia una Cumbre de Presidentes en Comunicación?

miércoles, 4 de mayo de 2022



Semiótica de la Exxxtrema Derecha

Pornografía electoral por todos los medios

Fernando Buen Abad Domínguez

Están usurpando todas las formas del repudio y la queja sociales. Cada palabra que articula la ultraderecha, en forma de campaña política o ideario “justiciero”, es una emboscada ideológica nutrida,principalmente, por operaciones de usurpación simbólica. Ellos lloriquean histriónicamente por las penurias sociales de las que son causantes históricos y beneficiarios mercachifles. Condenan con anti-política, a la “dirigencia política” por las canalladas que ejecutan en conjunto mientras acumulan votos (síndrome de Estocolmo) de sus víctimas. Guerra ideológica que disfraza de“clamor popular” el ideario de los verdugos. Expresión semiótica de los miedos burgueses en un mundo que se les resquebraja intoxicado de injusticias. Muy añeja tradición perversa incubada en el alma misma de la democracia burguesa. No es una calamidad que sorprenda por su “novedad”, ni es una “maldición” trágica del destino causada por fuerzas extraterrestres. Es el capitalismo que ensaya todo género de argucias ideológicas para desorganizar a la clase trabajadora, deprimirla en todas sus fuerzas transformadoras y desfigurar las tesis históricas emancipadoras convirtiéndolas en espasmos libertarios y eructos de falsa rebeldía tramposa. Su negocio es lucrar con el escepticismo y la decepción inducidas aprovechando la desigualdad bochornosa que abofetea con sueldos miserables y jornadas laborales esclavistas.Mientras ellos secuestran la economía y se enriquecen hasta la obscenidad, se ofrecen como el único futuro posible, con poder del dinero como única respuesta razonable. Imponen la idea de que ellos pueden “limpiar” la política y que todo concepto de pueblo organizado es sinónimo de fracaso. Que el mejor plan es confiar en los empresarios porque sólo así hay posibilidades de riqueza y bienestar que algún día escurrirán hacia abajo. 

Eso podría frenarse inmediatamente si las fuerzas sociales emancipadoras se uniesen para modificar y controlar toda instancia jurídico-política de los procesos electorales. Arrebatarle a la burguesía los controles tramposos que ha ideado contra la voluntad democrática de los pueblos. Y no contentarse con eso. La guerra ideológica burguesa no es otra cosa que el despliegue de ataques para garantizarse dominio eterno sobre la economía y el salario. En el circo electoral pagado por las oligarquías, brillan hoy peleles entrenados para atraer adeptos, o adictos, a la cultura del show, con cualquier payasada efectista: cortes de pelo o ausencia de ellos; vociferaciones o susurros; altanerías o palabrerío a destajo... como si eso fuese garantía de ideas claras o de consensos verificados. Circo con muchas pistas, operando en simultáneo sobre la confusión y con “fake news”, cada día más espectaculares,publicitadas a destajo con todos los altavoces monopólicos disfrazados como “medios de comunicación” que son, en realidad,armas de guerra ideológica. La libertad de mercado disfrazada como“Libertad de Expresión”. Con odio e ignorancia pueden ganar elecciones. La mentira de unos cuantos como verdad de todos.Tienen por ejes semánticos los dolores sociales más hondos que ellos mismos han propinado a los pueblos. No tienen vergüenza en“denunciar” la inflación que es unos de sus grandes negocios. Noles ruboriza hablar de la “pobreza” fabricada por ellos mismos para enriquecerse. No les tiembla el pulso para desplegar su“política” con banderas de anti-política contra la corrupción que ellos mismos han permitido en la democracia falaz de sus sectas privilegiadas. Dicen amar a los pueblos, a la Patria y a la República mientras desgarran sus vestiduras empresariales con palabrerío dogmático y fanático. Sueñan con seducir a la juventud con disfraces de “rebeldía”, secretamente diseñados para que los jefes no se asusten. El plan es blandir el malestar social con engaños demagógicos para legitimar sus planes de represión contra sus votantes.Ya lo hemos visto miles de veces. Una y otra vez nos ha costado vidas y recursos naturales. Una y otra vez nos han derrotado con sus engaños y siempre lo exhiben como lo nuevo y lo que siempre hemos querido.Sus más conspicuos representantes se amamantan en el nazi-fascismo.Tienen genios propagandistas que les fabrican matices y emboscadas de todo tipo. Y tienen éxitos aberrantes que se legalizan siempre con las varitas mágicas de la democracia burguesa. Todo mundo conoce los nombres de los “candidatos” con extremismos de derecha. Todo mundo los identifica en los tableros de las tácticas y estrategias electorales y todos son cómplices corresponsables cada vez que las consecuencias de tal canallada golpean a los pueblos sin clemencia. No pensamos aquí, a la semiótica, absorta en devaneos metafísicos ni escolásticos; nos importan como objeto de estudio los modos, los medios y las relaciones de producción de sentido pero siempre en el marco de la disputa Capital- Trabajo. Ahí donde se dirime la realidad. Pero sería de un simplismo aterrador, y escapista,identificar virtudes del enemigo sin contrastarlas con nuestras debilidades. Porque en buena medida unas viven gracias a las otras.En los trasfondos de cada expresión de ultraderecha es indispensable identificar, nombrar y caracterizar el dinero que los nutre. Es indispensable transparentar el financiamiento de la política (y en general todo financiamiento) pero acompañado tal transparencia con una pedagogía de la honradez porque, entre las patologías semióticas de nuestros tiempos, un cinismo de nuevo género se ha hecho blindaje de toda tropelía. Algunos casos de corrupción extrema no generan indignación movilizada ni organización política antagónica. Una plasta de conformismo e indiferencia ahoga a la realidad y nos hace desvergonzados consuetudinarios en beneficio de los negocios de esa anti-política extensión de la ideología transmitida por todos sus medios. No debemos contemplar su espectáculo con los brazos cruzados. Toda esa parafernalia es un compendio de aberraciones propagandísticas que se han naturalizado en un paisaje de sobreproducción publicitaria y amasijos ideológicos burgueses. A no pocos segmentos de población le da lo mismo cualquier barbaridad conceptual mientras las emboscadas ideológicas sigan redituando votos y negociados de élite. Subordinados a eso, los mercenarios de las pantallas (enfrente o detrás de ellas) trabajan esmeradamente para encontrar el gesto, las palabras, las inflexiones y el histrionismo de coyuntura placentero, medrando en el tedio del electorado y para la burguesía que financia el circo. Algunos,incluso, llegan a creer en sus propias falacias y se creen que inventaron una nueva especie de narcótico político para anestesiar a las masas. Y se creen genios por eso. Tienen rostros, nombres y apellidos… negocios y financiamiento. No pocas veces su éxito depende de nuestros descuidos, debilidades, ignorancia y tontería. Y porque no consolidamos la unidad que nos debemos.  




lunes, 14 de marzo de 2022


Semiótica del Nazi-Fascismo 

Odio, miedo y orden para la inmovilidad.

Fernando Buen Abad Domínguez. 

No hay que esperar a que la burguesía se asuste para que se muestre nazi-fascista. La ideología de la clase dominante posee, de nacimiento, filigranas de odio empapadas en miedo de clase, que trabajan sistemáticamente en todo el espectro, objetivo y subjetivo, de sus dominios. Actúan permanentemente, en una calle oscura, en un semáforo, cuando se acerca alguien que no usa ropa aceptable, cuando el color de la piel no es como debería ser, cuando se habla distinto, cuando huele a pobreza, cuando la propiedad privada se ve amenazada. Ahí está el odio-miedo disfrazado de rejas, en puertas y ventanas, disfrazadas de perros guardianes, de guardaespaldas y vigilancia zonal humana o con cámaras. Ahí está el odio que le da sentido a sus policías, ejércitos, leyes y políticos asalariados para cuidarle a la burguesía todos sus bienes y sus males. El sentido burgués del odio.

Sabemos que la burguesía cultiva el nazi-fascismo como defensa máxima cuando su “democracia” deja de asegurarle el control sobre las personas que desesperan víctimas del despojo y la humillación. Cuando se respira un tufo desmoralizador provocado por el espectáculo siniestro del capital saqueándolo todo para aplastar a la clase trabajadora. Entonces, se desnuda el alma nazi-fascista exhibiendo sus miserias macabras dispuestas a conservar intacto al modelo económico de sus amores, aunque hubiere que retocar (reprimir) algunas reglas o desviaciones de conducta general autorizada. Es un alma que exhibe sus partes pudendas fanáticas, racistas, intolerantes... que tanto se estudian y protegen en algunas Universidades, fundaciones, iglesias u organizaciones financiadas ex profeso. Incluso bajo mantos “progres”.

Es esa la misión semiótica del nazi-fascismo: hacernos débiles y desorganizados pero solidarios con su miedo y su odio. Como si fuesen nuestros. Como si fuesen baluarte de la humanidad, nuestra obra cumbre. Defender la paz burguesa y auto-reprimirnos si alguna tentación rebelde nos asaltara en la conciencia de clase. La misión semiótica del nazi-fascismo es infiltrarse en nuestra vidas, acostumbrarnos a su presencia, enseñarnos a disfrutarlo y amarlo inculcándolo en nuestros hijos y nietos. Su misión es acomodarse en todas las capas intelectuales y emotivas del proletariado y combatir, calladamente, desde los más hondo e íntimo, aquello que amenace al capital, a sus sirvientes gobernantes y a las costumbres o tradiciones del familiarismo, el individualismo y el consumismo. La misión semiótica del nazi-fascismo es no sólo presentarse como forma de represión pura, o terror obvio, sino también como una forma de violencia amigable e incuestionable para mantener las cosas como están, para aceptar que “así están bien” y educar a la prole para que lo respeten religiosamente porque de los contrario, ahí está el Estado especializado en “poner orden”. La misión semiótica del nazi-fascismo no se contenta con destruir al pensamiento y la acción revolucionaria, su misión es mantener el satu quo gracias a sometimiento de conciencias en sociedades atomizadas. Bajo los encantos de la armonía hipócrita. 

Para tal cometido se diseña todo género de apariencias: vestuarios, maquillajes, insignias, ejércitos, gesticulaciones, fraseologías y mercadotecnias... deportes, shows, películas, series, noticieros... muchos de sus resortes subliminales indagados en los rincones más insospechados de la subjetividad humana y convertidos en detonadores patológicos de terror, angustia, desolación y desamparo para doblegar voluntades y llevarlas del arrepentimiento a la inmovilidad permanente. Imponer la dictadura material y espiritual de la impotencia más despiadada al servicio del capital. Familias “bonitas”, con niños rubios y bienestar pequeño-burgués para modelar el “deber ser” de la única célula social santiguada por el poder económico e ideológico... siempre y cuando tengan poder de compra y poder de endeudamiento. Pero la cosa no es tan fácil y los pueblos han aprendido a luchar contra ese aparato monstruoso. Por eso fue derrotado estrepitosamente en 1945. Y después también. No son invencibles. 

Una perspectiva revolucionaria debe adelantarse científicamente a los hechos para ver cómo se moverán las fuerzas  nazi-fascistas contra la humanidad, seduciéndola por una parte, y reprimiéndola por otra. Aprovechará la desesperación social y la falta de dirección revolucionaria. Ellos nos atacarán con todas sus armas de seducción, con canciones, películas, modas, ideología y simbología. Harán que parezca “progre” vestirse como nazi de los 40 y ser déspota como yanqui de los 90. Usarán sus armas materiales y morales para dominar a la clase obrera, y a sus organizaciones, hasta lograr el debilitamiento de las rebeldías en geografías diferentes, entre clases, partidos, direcciones, en tiempos de corta y larga duración. Usarán a la ignorancia y a la desinformación teledirigidas.

Hoy la situación mundial está atravesada por múltiples contradicciones, disputas comerciales, crecimiento de nacionalismos de derecha y xenofobia. Neo-reformismos a granel. No parece que estemos suficientemente preparados para situaciones de convulsión nazi-fascistas que se deslizan en una miríada de mascaradas absorbidas socialmente. Requerimos mucha calidad en los estudios concretos de la actual situación histórica que no tiene parangón en la formación del nazi-fascismo. La lucha contra eso exige un método de análisis y praxis, de plena vigencia y en tiempo real. Lecciones de estrategia y táctica basados en filosofía, no escapista, capaz de poner luz en todo lo que tenga de nuevo el desembarco semiótico del nazi-fascismo.  Un fenómeno nuevo con tecnología nueva en nuestra época.

Todo tiene sentido. Ellos dicen tener superioridad de mentalidad, sangre y raza, dicen ser estéticamente superiores. Eso lo aplauden y lo creen empresarios y financieros de un abigarrado sistema de propaganda, armado con “nuevas tecnologías” para seducir a las masas. Aman la propaganda y el fanatismo. Aman el “entretenimiento” como fuente doctrinaria de valores y costumbres y ponen acento en la firmeza del gobierno y la democracia que ellos controlan. Se trata de anestesiar a las masas para mantener a todos con buen espíritu de disciplina subordinada a la voluntad conservadora. Que nada altere a sus negocios. 

En una escena de la película “Cabaret”, se reúne un grupo de muchachos de las juventudes nazis. Cantan una canción que inicia un solista y eleva gradualmente las voces para terminar siendo un coro cantado con énfasis y contundencia. El estribillo es “Tomorrow belongs to me” (el mañana me pertenece). Dos testigos de semejante “himno” al retirarse del lugar dicen, entre sí, palabras más palabras menos: “quiero ver cómo controlarán esto”. https://youtu.be/SDuHXTG3uyY  Sólo el ejercito rojo pudo. No olvidarlo. 


lunes, 17 de enero de 2022

 


CULTURA Y COMUNICACIÓN

Praxis emancipadora congelada

Fernando Buen Abad Domínguez

Son muy extensas y diversas las bibliografías especializadas; son incontables las convenciones, asambleas y convenios internacionales; abundan las reuniones nacionales, las leyes y los acuerdos… se ha dicho mucho, muchísimo. Una y mil veces ha quedado de manifiesto la importancia y la trascendencia de garantizar el derecho de los pueblos a una Cultura y Comunicación libres, diversas y soberanas; se ha advertido el peligro de la dependencia y la infiltración en estructuras de la vida social tan sensibles y estratégicas y se ha subrayado la prioridad política acuciante que va expandiéndose geopolíticamente tratándose de la expresión de los pueblos genuina, compleja y multicolor. Y sin embargo crece la monopolización de las herramientas de producción y de las semánticas. Crece el control sobre los canales de distribución y sobre las instituciones educativas. El modelo odioso del “discurso único” ha dado pasos agigantados desde el final de la Segunda Guerra Mundial y lo que debiera haberse consolidado como derecho inalienable, se ha reducido a mercancías. Sálvense todas las excepciones.

Algunos países mantienen posiciones “intermedias” y tratan de avanzar con modelos de cultura y comunicación fragmentados, poco duraderos y generalmente decorativos. Otros países han liberado el terreno para que las industrias mediáticas y culturales hagan de las suyas al antojo del “mercado”. Y, los menos, han comprendido la responsabilidad de garantizar a sus pueblos una producción cultural soberana, coherente con la soberanía económica, tecnológica y política. Algunos ejercicios jurídico-políticos han elaborado leyes y reglamentos de gran valor para asegurar la libertad y genuinidad de la Cultura y la Comunicación como productos de la democracia participativa.

Pero ni con los mejores aportes se ha conseguido fundar una corriente mundial en defensa de la Cultura y la Comunicación emancipadoras y, todo lo contrario, nuestros atrasos en tales materias hoy constituyen una de nuestras más grandes debilidades y derrotas. Estamos entregando “malas cuentas”.

Ha proliferado un número enorme de buenas ideas. La UNESCO hace informes periódicos sobre iniciativas diversas y no son pocos los frentes de militancia que, aún minoritarios, se esfuerzan por impulsar un movimiento de acción directa para luchar contra la manipulación simbólica que se ejerce en los territorios de la Cultura y los latifundios mediáticos. Aquí y allá hablan los expertos, los profesores y los estudiosos. Hay discursos históricos y poemas emocionantes. Hay documentales, series televisivas y podcasts con materiales inéditos y con hallazgos estremecedores. Pero la realidad no se transforma como debiera ni en su semiosis, ni en su extensión, ni en su velocidad.

Tenemos dificultades teóricas y metodológicas. Algunos frentes fijan como meta de coyuntura la “resistencia”. Otros, más golpeados (o colonizados), abogan por la supervivencia individual y se amoldan a los subsidios, las becas, las prebendas o las canonjías. Algunos aguardan, hegelianamente, que el gobierno de los ilustrados derrame sapiencia y eso ennoblezca al pueblo. Otros francamente se entregan a la Cultura y la Comunicación de élite (como Octavio Paz y su palafrenero Vargas Llosa) y descreen en la fuerza de los pueblos como motor, incluso cultural y comunicacional, para su emancipación. No faltan los teóricos muy atentos al mundillo de las parrafadas doctas y muy indiferentes a la realidad cruda de un mundo donde sólo el 20% de los seres humanos posee la riqueza que produce el 80%. Estas “posturas”, cada una o combinadas, constituyen algunas de las “políticas” que priman en el escenario de las condiciones objetivas y subjetivas. Y a eso hay que añadir los tintes de las modas que una vez son adoradoras de las “artesanías” o de las “riquezas culinarias”; otras veces aman con pasión a las tecnologías y frecuentemente se deslumbran con la obra de algún artista o intelectual bien cotizado en los mercados. Y le llaman amor a la Cultura y a la Comunicación. Algunos elegidos cuentan con becas para lustrar sus “políticas culturales” reformistas, tarde o temprano.

De las condiciones reales de existencia de los trabajadores de la Cultura y la Comunicación, poco o nada se interesa el aparato burocrático, ni las iglesias, ni el voluntariado empresarial “culto”. No les interesa si los productores de Cultura y Comunicación ejercen plenamente sus derechos laborales o si cuentan con coberturas jubilatorias, médicas o recreativas. Si tienen apoyo para elevar los niveles semánticos, técnicos o estéticos. Si hay oportunidades y condiciones para sindicalizarse y defender, además de sus intereses laborales, los intereses de la clase trabajadora. En suma ascender al punto en que el productor de Cultura y Comunicación se conciban como clase trabajadora. Todo lo contrario la concentración monopólica en Cultura y Comunicación, como extensión práctica de la ideología de la clase dominante, se esmera puntillosamente en impedir, bloquear, disuadir o destruir toda forma de organización; en todo terreno. Eso también se ha vuelto cultura dominante.

Esto es un campo problemático, estructural y super-estructural, de primera importancia y son abundantes las advertencias sobre los peligros y las consecuencias de seguir manteniendo parque jurásico de monopolios parásitos que nos agobia y que, además de costosísimos, operan con espejismos e ilusionismos anestésicos para que las víctimas, además de financiar las máquinas de guerra ideológica del enemigo, aprenda a aplaudirles sus victorias alienantes. El colmo de los colmos. Hay “fundaciones culturales” que los gobiernos neoliberales entregaron al neoliberalismo bancario, y las usan para todo tipo de desfalcos intelectuales y financieros. Abominable.

Urge un mapa de las fuerzas en lucha por una Cultura y Comunicación emancipadoras. Urge un frente único que nos una en una batalla de trascendencia y complejidad enormes. Nos urge lo mejor de nuestra praxis pero organizada, puesta en rumbo de acción para desmantelar el aparato demencial de colonización capitalista que está atacando desde las raíces de nuestras identidades hasta formatearnos conductas, gustos serviles a la explotación económica, política, cultural y emocional. Nos urgen organización eficaz y eficiente, con instrumentos político-científicos para una Revolución Semiótica. Para la emancipación de la semiosis y la democratización de las herramientas de producción de sentido.

martes, 28 de septiembre de 2021

               


 
André Bretón: Surrealismo y Marxismo

(Tinchebray, 18 de febrero de 1896 - París, 28 de septiembre de 1966)

Aniversario Natalicio Permanente

Fernando Buen Abad Domínguez


Para despejar toda duda, André Breton en el Segundo Manifiesto del Surrealismo (1930) expuso, con todas sus letras y consecuencias: “totalmente, sin reservas, nuestra adhesión al principio del materialismo histórico”. E insistió: “el surrealismo se considera ligado indisolublemente, como consecuencia de las afinidades antes señaladas, a la trayectoria del pensamiento marxista, y sólo a esa trayectoria”. Esto bastaría para desautorizar cualquier utilización del término “surrealismo” para fines tan bobos como enmascarar las aberraciones de no pocas conductas oligarco-burguesas. Se ha oído decir “es muy surrealista la fotografía del rey de España en sus cacerías de elefantes” o “que surrealistas son las mansiones de los millonarios”… el Surrealismo es muy otra cosa:, “El Surrealismo es un puro automatismo psíquico por el cual se intenta expresar, verbalmente o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento en ausencia de cualquier control ejercido por la razón al margen de toda preocupación estética o moral.” Primer Manifiesto del Surrealismo (1924). Algunos, incluso han creído ver en el Movimiento surrealista una contribución, en combate, hacia una Estética Marxista. 

Tendría poca o ninguna importancia que Bretón hubiese declarado tal adhesión al método de Marx si no fuese porque esa definición, que molesta a tantos, contiene la idea revolucionaria de que la ética sea la estética del futuro. Que la ética norme, como pensó Adolfo Sánchez Vázquez, esa parte decisiva de las relaciones sociales en las que, el juicio del gusto sea explicable como base y producto de la lucha permanente por la igualdad entre los seres humanos y la justicia social “deseable, posible y realizable”. 

Aquí se asume que de nada sirve una apología adoratriz que abone palabrerío de “culto a la personalidad” y, lejos de eso, aquí se expide una mirada crítica que no está dispuesta a rendirse ante las emboscadas del olvido hegemónico ni ante las tergiversaciones que van hundiendo toda herencia revolucionaria en los pantanos de la chabacanería ideológica al uso. Bretón fue ni será un santo artístico de establishment ni será carne de la desmemoria funcional al lavado de cerebro oficializado por el “buen gusto” académico, artístico o burocrático. Su obra es una herencia que marca horizontes indispensables para completar las revoluciones económico-políticas con revoluciones semióticas emancipadoras y eso no debe olvidarse. El pretexto de su natalicio es eso… un pretexto.

Mil cosas no se le perdonan a Breton, y acaso algunas con razón, pero las que destacan son de suyo revelaciones de una lucha de ideas que se despliegan en las honduras más significativas de los debates políticos más salientes de nuestro tiempo. No se le perdona haber interpelado la lógica monstruosa del capitalismo en el periodo de entreguerras ni sus extensiones camufladas décadas después; nos se le perdona su amistad con León Trotsky de la que surgió el Manifiesto de la FIARI (Federación Internacional del Arte Revolucionario Independiente) manifiesto único en el que se dan cita las ideas de un revolucionario internacionalista y escritor como Trotsky y el más destacado militante de la vanguardia intelectual y artística europea. En ese manifiesto se encuentran de manera deslumbrante la política estética y política revolucionaria. 

No se le perdona a Bretón su poesía y el lugar que le otorgó al amor como militancia humanista, única capaz de reconciliar a la especie humana consigo misma. No se le perdona la síntesis que propuso en el surrealismo para igualar al arte con los sueños, con la magia, con el azar, con lo lúdico, con el amor mismo. No se le perdona politizar la filosofía y filosofar la política desde el arte revolucionario para demoler el imperio de la esclerosis ideológica de una burguesía, ya entonces adicta al consumo de la “obra de arte” como mercancía de vanidades y de inversiones rentables. 

Y desde luego no se le perdona haber quebrado los idilios de algunos artistas que se creyeron ajenos o indemnes a los estragos del debate capital-trabajo, que no se sentían trabajadores ni tenían vínculos con el proletariado bajo ninguna de sus definiciones o expresiones. No le perdonan ni le perdonarán, eso hace más crucial mantener la memoria en combate, la lista enorme de tareas que heredó a las generaciones posteriores. Legado cargado con apelaciones e interpelaciones. Legado premonitorio que vio venir la andanada de emboscadas “narrativas” en las que hacer pasar por “loquitas” ciertas formas o ciertas frases desligadas del trabajo revolucionario en los campos semióticos, se haría recurso rentable de publicistas o propagandistas serviles al engaño y las ideologías contrarrevolucionarias. 

Así se apuraron muchos a dar por muerto al Surrealismo como han dado por muerto al Marxismo. Octavio Paz y sus esbirros en primer lugar. Pero los muertos que ellos matan gozan de muy buena salud y los mataron tan mal que siguieron cantando todos los himnos revolucionarios que siguen anidados en las entrañas del arte, de la estética, de la semiótica que serán revolucionarias o serán nada… que aguardan eso que invocan muchas fuerzas rebeldes en todo el mundo: “Nada hay más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo” Víctor Hugo. 

lunes, 6 de septiembre de 2021

 

Semiótica de “las Mañaneras”

Redistribución de la producción semántica 

Fernando Buen Abad Domínguez 

Para los dueños de los “latifundios mediáticos” era impensable que alguien pudiera arrebatarles la producción de “sentido” y sus relaciones de producción. Pero se les apareció Andrés Manuel Lopez Obrador que, después de ganar la presidencia del país, gracias al movimiento de masas y a la rebelión electoral, que ha sido un período histórico rico en elementos de situación revolucionaria, es decir, de intervención en las condiciones históricas para que el modelo hegemónico no pueda seguir gobernando a su antojo. AMLO instauró la disciplina informativa diaria de las conferencias de prensa madrugadoras conocidas como “las mañaneras”. Y cambió el escenario semántico de la política con la agenda política de “primero los pobres” y “guerra a la corrupción”. Acompañado semejante rebelión semiótica, apareció también la lucha contra las “fake news”, la revisión del gasto en propaganda gubernamental, la interpelación directa a los reales intereses de los dueños de los medios. Eso impulsa otra libertad de expresión, desde las bases, y la cancelación de embutes, dádivas, subsidios y chayotes. Así marca caminos para una acción política de masas cuyo objetivo inmediato es completar la Cuarta Transformación Comunicacional en México que aún está en su fase embrionaria. No eximida de errores.

Mal haríamos en suponer, o esperar, que semejante tarea sea conquistada por un solo hombre por más genial y extraordinarios que sean sus talentos y fuerzas. Mal haríamos en ignorar que, todos y todas, tenemos un lugar inexcusable en esa lucha y mal haríamos en suponer que tal desafío pueda resolverse sólo con “buena voluntad” o sólo con opiniones aisladas. Urge un trabajo político de unidad, urge un programa de consensos básicos. Urge investigación científica obediente al pueblo y urge un plan de acciones para el corto, el mediano y largo plazo. Urge la comunicación emancipadora para una democracia verdadera y urge tal democracia verdadera al interior de los medios de comunicación ¡todos!. Comunicación para la democracia y democracia en las comunicaciones. 

Pero no la democracia burguesa que conocemos y padecemos. No la que se volvió máquina para generar riqueza a los dueños de las empresas de la “imagen”. No para reiterar los medios y los modos de una comunicación secuestrada por los egos del individualismo que mercantiliza candidatos y comercializa votos. Urge la crítica con su movilidad omnipresente y transformadora. Entender y fortalecer nuestras herramientas. Nos urge una guerrilla semiótica de acción directa, por todos los medios, para producir los anticuerpos culturales indispensables que exterminen, en plazos cortos, las influencias tóxicas de los medios y los modos burgueses para manipular conciencias.

Es urgente suprimir nuestra dependencia tecnológica y democratizar el acceso a las nuevas tecnologías. Urge discutir un presupuesto nacional para el desarrollo de las “Voces Múltiples” que se reclaman, entre otros, desde el “Informe MacBride” (1980) para una Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación. Urge una lucha jurídico-política que garantice medios y modos para la participación de todas las diversidades. Urge una semántica de la diversidad que dé “sentido” nuevo al sentido de lo social, al sentido de la comunicación que significa, también, construcción de comunidad. Urge que todo ello tenga expresión democrática en el ejercicio del presupuesto de la nación y que así se estimule la creación de motores comunicacionales desde los pueblos originarios, desde la ciencia emancipadora; desde la educación y sus nuevos retos; desde todos los movimientos sociales que garanticen su soberanía financiera y política. En fin, afianzar la Cuarta Transformación en Comunicación con una semántica revolucionaria capaz de modificar los paradigmas intelectuales hegemónicos apuntalada con instrumentos presupuestales, jurídicos, políticos y culturales. No reformismo… no más de lo mismo. 

A todo eso debe sumarse un debate nacional, a fondo y de fondo, sobre los modelos educativos en materia de comunicación. Sus fines principios, sus marcos teórico-metodológicos, sus resultados y sus contradicciones. Sus negocios y sus compromisos reales con la resolución de los problemas comunicacionales de México. Urge una auditoría nacional del gasto, público y privado, en enseñanza de la comunicación. Urge debatir la orientación científica para las nuevas investigaciones contra la monopolización de los medios y el comercio de los grados y los posgrados a cambio, recurrentemente, de promesas laborales inexistentes. Una revisión científica y epistemológica, de fondo y a fondo, para saber qué enseñan los que enseñan comunicación, qué aprenden los que aprenden y qué tiene que ver todo eso con lo que se necesita objetiva y urgentemente. 

Urge un debate sobre formas concretas de reconocimiento y valoración de los saberes adquiridos por la experiencia de las batallas sociales, la experiencia existente y las muchas victorias comunicacionales de los pueblos en lucha. Sintetizar la herencia de la comunicación desde las civilizaciones prehispánicas, lo ocurrido contra la invasión imperial europea, las respuestas de la comunicación independentista. La comunicación en las fases revolucionarias y el estado actual de las ideas y los instrumentos que son base de esa herencia que debe ser compendiada, sistematizada, como gran orientador general del “sentido” propio. En suma urge una revisión crítica, a fondo y de fondo, sobre nuestra Historia de la Comunicación en México. Luchar es desear, es exigir algo, es situarse en el presente y asaltar el cielo.

Crear dos, tres… muchas mañaneras. “Las mañaneras” no pueden ser las únicas instancias de orientación comunicacional en un país con la complejidad y la diversidad del nuestro. Crear dos, tres… muchas mañaneras con formas y alcances diversos, unidas a un mismo proyecto diverso de emancipación económica, política, ética, estética y poética. Valorar y entender la mañanera y su contribución a una lucha semiótica emancipadora de nuevo género pero ayudándola a crecer, a multiplicarse, para que se abran mil flores de la cultura y la comunicación en la diversidad de nuestros colores, formas y temas. Eso es de suyo una revolución intelectual nacida del pueblo.  

Ya que somos millones de vocaciones comunicacionales emancipadoras, ya que somos un archipiélago inmenso de voluntad política para la libertad de expresión desde abajo, enfrentemos el desafío de la unidad que no significa uniformidad. Hagamos el esfuerzo de sumar y no dividir. Démosle lugar al interés colectivo y debatamos cómo florecer la Cuarta Transformación Comunicacional sin caprichos de cúpulas y sin imperativos burgueses. Quizá sea un momento propicio y con las ganas pertinentes para darle a la emancipación comunicacional el “sentido” necesario no sólo combatiendo al modelo hegemónico y sí, especialmente, impulsando la comunicación emancipadora que, en calidad y en cantidad, nos reclama la historia de un México que no resiste más la dictadura de los terratenientes mediáticos nacionales y trasnacionales. No hay tiempo que perder. 


jueves, 19 de agosto de 2021

 




Teoría de la Lealtad 

¿Cuánto compran “30 monedas”? 

Fernando Buen Abad Domínguez 

“Irreverencia en el debate, lealtad en la acción” Toby Valderrama

No es obediencia ciega. No es necedad obtusa de valores pétreos contra toda lógica y toda transformación histórica. No es heroísmo de la quietud, ni épica de la esclavitud. No es un mérito de feligreses ni apología de la inmovilidad. No es lealtad a la obsecuencia. Es muy otra cosa. Algunos se niegan a emplear el término “lealtad”, imbricado en las relaciones humanas, porque le adjudican una estatura conceptual muy reducida. Aquí entenderemos a una forma específica del comportamiento humano, individual o colectivo, que se da realmente, aunque no suficientemente, porque implica compromiso reflexivo y práctico. 

La lealtad debe ser democrática, democratizada y democratizante. Todo acuerdo de lealtad tiene fuerzas y debilidades que sólo se morigeran en el crisol de la práctica diaria, minuciosa y evidente. Ahí está la fuerza mayor de sus verdades en abstracto no sirve ni para diccionario.  La lealtad no suspende el libre albedrío por el contrario lo expresa y lo ratifica. Es irreductible al subjetivismo, en su carácter esencialmente social, la lealtad busca sus reflejos, es decir su objetivación, en todas las formas y niveles de las relaciones humanas, de sus modos de producción y del enriquecimiento de los principios o fines que son causa suprema de las lealtades. 

A la lealtad no se la puede desvincular del plano fáctico-dinámico, que no son para ella excluyentes. Es fundamental entender y desarrollar la lealtad para comprender, interpretar o explicar la moral de una época. Se trata de una posibilidad extraordinaria para entender lo humano en tanto que reflejo de sí y estado de situación histórica en sus relaciones con determinados grupos sociales. En el cultivo (la cultura) de la lealtad se expresa un sentido propio de la moral y de la crítica a la moral realmente existente, así como la crítica a la que deben someterse otros tipos de lealtad como el campo político, el estético, el religioso, el lúdico o el económico. Nada escapa. 

También la lealtad es un tejido social dinámico, dialéctico, que en tanto es social, es hija de sus tensiones y su coherencia a la luz de cómo asciende, permanentemente, a la praxis. Está claro que las lealtades sólo se rompen con legitimidad cuando medía una argumentación capaz de clarificar los cómo, los por qué y los cuándos de su existencia y permanencia. Siempre y cuando no se confundan las tácticas con los principios… y eso no admite ambigüedades. 

No se puede alentar el dogmatismo de la lealtad ciega y sorda. No siempre cambiar implica deslealtad y no pocas veces es todo lo contrario. Ser leal con los principios de un frente social, de un liderazgo o una lucha… a veces exige romper con quienes se alejan de los paradigmas centrales en la totalidad del vínculo o en algunas de sus partes. Es decir, la lealtad puede permanecer intacta y debe hacerlo en lo esencial de los pactos, aunque admita si hay acuerdo, debates internos abiertos y transparentes. No admite juegos a espaldas ni secretos de secta. Ya estamos hartos de traiciones. 

Bajo las condiciones inclementes que el capitalismo impone a la inmensa mayoría de los seres humanos, y ante las evidencias científicas sobre la destrucción mercantilizada de los recursos naturales, es imperativo de sobrevivencia reconfigurar las lealtades con un marco ético humanista de nuevo género: 1) Hoy son hacen inaceptables las lealtades con cualesquiera de las expresiones del nazi-fascismo y su diversidad de disfraces. 2) Es inaceptable cualquier forma de explotación del trabajo, del saqueo de los recursos naturales, con la marginación o el racismo, con las humillaciones, las burlas o los desprecios de género, de peso, de color, de etnia… ninguna lealtad con la desigualdad ni con la injusticia. 

Que la lealtad florezca en la dinámica histórica, cualesquiera sean sus escalas, en las parejas enamoradas o en las organizaciones políticas amantes de la igualdad humana con sus oportunidades y en sus condiciones concretas. Que la lealtad se multiplique con los principios colectivos y con los representantes que los pueblos designen sin chantajes, sin emboscadas, sin las trampas de la democracia burguesa. Y que la lealtad sea una práctica para su propia revocación si se la fractura desde arriba. La lealtad de los pueblos comporta una sabiduría estructural que ha sido traicionada inclementemente. Revocación de la lealtad cuando se traicionan los principios. “Las masas revolucionarias en alza nunca perdonan la cobardía y la traición” Trotsky.

Semejante tarea político-ético-cultural no está huérfana de ejemplos y cuenta con herencias extraordinarias que han sido paridas por las luchas más profundas de nuestros pueblos en todo el planeta. Esa es su fuente primigenia y su destino táctico y estratégico. Lealtad revolucionaria que se refrenda en el combate diario, que se hace carne, músculo y motor en la dialéctica de las batallas que laten en los corazones como laten en los territorios. La lealtad ha de ser conciencia revolucionaria que debe violentar constantemente al dogmatismo para desprendernos de las nomenclaturas ideológicas esclerotizadas. Un modelo de constatación de las certezas que habrá de sepultar el viejo modelo del tributo ciego a la personalidad y a los sofismas de ocasión. 

Desde este enfoque, la lealtad, en su estado pleno, es una actitud política que repudia a todo lo que rebaja o anula la dignidad humana. Por eso urge reorganizar la democracia de la lealtad, reponerla en el amor consensuado y dignificante, reponer la lealtad a la igualdad y la lealtad a la justicia social. Expandir la lealtad humanista en una ética revolucionaria que no sea sólo declarativa y sí sea organizativa y transformadora. Urge la lealtad como conducta crítica, como praxis emancipadora y como dinámica de construcción para una revolución de los valores consensuales en la confianza y en la solidaridad inquebrantables. Por lealtad a la humanidad toda. Por lealtad a la juventud, a la ciencia no mercantilizada, a la filosofía no reducida a “gurús” ni puramente contemplativa. 

La lealtad que necesitamos, renovada siempre, exige voluntad crítica a toda hora. Se expresa en la constancia y la perseverancia. Se niega a los espasmos del capricho o del chantaje. Obliga a dar pruebas fehacientes en horas de interrogación, tentaciones, dudas o debates como los que se vive a diario contra las maquinarias de guerra ideológica hegemónicas. Tal lealtad es un peldaño de la escalera que conduce a lo más alto que puede subir un ser humano. Nuestra militancia por la humanidad debe florecer en lealtades para la esperanza, para la alegría, para el compromiso, para la lucha. Lealtad contra “el estiércol del diablo” y contra todos los Judas Iscariote que desfilan con disfraces de “lealtad” y puñales escondidos. Una de las deslealtades más estruendosas de la historia costó “treinta monedas”. Dicen.


miércoles, 12 de mayo de 2021



    Filosofías de Mercado 

Mercados de la Filosofía.

Guerra ideológica asimétrica. 

Fernando Buen Abad Domínguez

 

“¡Gloriosa civilización ésta, cuyo gran problema estriba en saber cómo desprenderse de los montones de cadáveres hechos por ella después de haber cesado la batalla!” K. Marx la Comuna de París. 


Entre los santorales del “best seller”, abundan los mercachifles del ego muñido con sermones petulantes y sabihondos. Aunque se disfracen bajo camuflajes terminológicos diversos, todos ellos venden sus “cuentas de vidrio” a precio de hallazgos trascendentales. Interpelan al universo, a la existencia, a la imaginación, a la palabra misma, mientras beben sorbos gruesos de nadería, nihilismo y escepticismo. La realidad no transita por sus cabezas salvo cuando se presenta en forma de cheque o cuenta bancaria. Se anuncian como dueños del pensamiento, de la Filosofía, de los métodos, de las cátedras, de las becas, de las investigaciones y de los “derechos reservados”.  Lenin los vio venir desde 1908 (Materialismo y Empiriocriticismo) 

Ha transcurrido tiempo suficiente, acaso demasiado, para interpelar, al menos en parte, la cantidad y la calidad de las exiguas “transformaciones del mundo” que los filósofos han aportado porque, con excepciones honrosas, hasta hoy, los filósofos no han hecho más que mercadear con interpretaciones de interpretaciones… lo que más ha cambiado son las vitrinas en el mercado de las “ideas”. Algunos se han acuartelado en la “academia” (su idea de academia) para hacernos creer que ahí residen los poderes de la “sabiduría” que dicta las normas del pensar según los apetitos burgueses de los jefes. Desde sus catedrales de saliva crean y destruyen santones de ocasión para garantizar blindaje a sus burocracias. Rodilla en tierra ante el Olimpo ideológico de la clase dominante, amasan fortunas entre refritos de refritos huérfanos de realidad social. Eli de Gortari.

Del aporte fenomenal hecho por la Revolución Soviética (y en general por las revoluciones) se han ocupado, principalmente, para denostarlas y suprimirles su contribución y derecho filosófico legítimo a la transformación del mundo. Algunos se especializan en vivir de la fabricación de confusiones haciendo pasar por “iguales” los logros del pensamiento emancipador y los debates entre algunos teóricos de la época. Trastada barata típica de algunos “doctos”. Grandes “críticos” que jamás se incluyen en su propia agenda. Ocupan centímetros en los diarios mercachifles. Y es que la lucha de clases no se detiene en las puertas de las “academias”. Al contrario la ideología de la clase dominante encontró en esos espacios algunas de sus trincheras más rentables. Por inútiles que parezcan, algunos filósofos y filosofías, serviles a los oligarcas, prestan grandes servicios intelectuales a sus (frecuentemente ignorantes) amos. Incluso si se disfrazan de “progres”. Hasta Vargas Llosa se cree filósofo.

Y no les falta “creatividad”, oportunismo ni agencias de publicidad, o “Think Tanks”, para encumbrar las más bobaliconas ideas que refuercen la resignación, el escepticismo, la depresión y la desorganización de las fuerzas sociales realmente transformadoras. Hacen congresos, conferencias y becas. Tienen fundaciones y reciben, con avidez, dineros de la Casa Blanca. Crean “éxitos” bibliográficos y ponen de moda los enredos terminológicos más abigarrados como si se tratase de respuestas iluminadas. Ahora trabajan arduamente en destruir toda noción de calidad concreta. Alimentan con fruición las fauces del irracionalismo y se tornan creacionistas fanáticos, resuelven todo en un “idealismo” represor de nuevo tipo basado en imponer como verdad la ausencia de ésta. Su éxtasis proviene del anhelo ideológico de servir para desmovilizar las luchas sociales. Nada es verdad ni es mentira, todo es según los “mass media” con que se mira. Es la “bolsonarización” de la filosofía. Ética y estética del fanatismo por el odio como “novedad” en el mercado ideológico burgués. Estulticia de mercado para una “performance” que llena con miserias ideológicas los vacíos preparados minuciosamente por la educación burguesa, sus iglesias y todas sus instituciones. Incluida la industria mediática. 

Su plan consiste en escupir falacias a mansalva. Impúdica e impunemente. Hacer de las calumnias una ética histriónica del “todo vale” si le sirve al conservadurismo. Su estilo es proferir, con énfasis dogmático e ingenio retórico, todo género de sofismas serviles al fin último, y primero, de resguardar y eternizar la plusvalía, la explotación, el saqueo y la humillación de los rebeldes. Estallidos de luces apagadas, colores ciegos y sonidos inaudibles para anestesiar a los pueblos con argumentos “nuevos”, irrefutables, incomprobables e irresistibles… para desmovilizar toda intención, por incipiente que sea, en la organización de la verdadera transformación del mundo dispuesta a terminar con el infierno terrible que es el capitalismo. ¿Alguien sabe cuánto le costó a la especie humana combatir a las “armas de destrucción masiva” que nunca existieron en Irak? ¿Ese no es tema de la filosofía? A la historia de los filósofos que trabajan como productores individuales de opiniones mercancía, conocimiento o hipótesis de mercado, se añade ahora la fase del trabajo en equipos organizados jerárquicamente en alguna forma de burocracia, pública o privada. Cada uno de ellos debe producir mercancías atadas a un objetivo que así, en secreto, acordado con un “director de proyecto” financian las metas del negocio. Se han convertido en maquiladores de detalles, anécdotas y palabrerío de autoayuda.

Hay que democratizar a la Filosofía, dejarla crecer en el tiempo presente. Fecundarla y cultivarla con métodos que la emancipen para que cobre vigor emancipador en la praxis revolucionaria… transformadora. (Sánchez Vázquez). Día a día. Devolverle su lugar en las luchas, en las calles, en las trincheras. Asumir, también, la batalla al interior de la Filosofía y encarar los debates necesarios para combatir a los cenáculos incubadores del pensamiento sirviente de la destrucción humana. Pero no quedarse ahí. Revolucionar la noción sectaria de  “lo académico” y romper, de una vez por todas, con las burbujas de los sedicentes “genios del saber”. Aprovechar mejor la obra del pensamiento revolucionario que eleva al ser humano, con su praxis transformadora, al peldaño más alto de su especie. Aprovechar la revolución filosófica de Marx, sin los fardos dogmáticos, mecanicistas o reduccionistas que lo infestaron, y trabajar ato-críticamente en perfeccionar su método crítico con sus propios métodos (sometiéndolo a crítica dialéctica permanente) para ascender con él a la práctica que el presente requiere e impone. No hay tiempo que perder. 

  No aceptemos que la filosofía sea ese pantano de palabrerío relativista donde nada se afirma. Que “todo depende” de cómo lo vea el individualismo o el ego del filósofo que vende sus cursos, sus conferencias o sus libros. Por más encantador que parezca. Desconfiar si tratan de esconder o negar la lucha de clases. Desconfiar si pontifican que las palabras  (o las ideas) son la madre de todas las realidades. Desconfiar si se empeñan en convencernos de que el mundo es incognoscible y que hay que ningunear a los “sentidos”. Desconfiar de la desconfianza rentable que orilla a la humanidad a no confiar ni en la fuerza social que será la verdadera transformadora del mundo. ¿La industria de la guerra, asociada a la dictadura financiera y las mafias mediáticas no son temas filosóficos? 

Basta ya de esa Filosofía subordinada al decorativismo ideológico burgués, es demagogia para el lucro. Basta ya de la Filosofía para la acumulación del capital amaestrada por los sectores de la industria, las instituciones gubernamentales, las iglesias y las universidades esclerotizadas por el mercado. Basta ya de la Filosofía que se dedica a desarrollar la inteligencia de la mercancía, el saqueo de la materia prima, e incrementar las ganancias de sus amos. Los vimos, de la mano de Octavio Paz, lambisconear a los “popes” de la Economía de Mercado. Basta ya de la Filosofía represora para el control social que adopta dos formas: opera para la defensa contra enemigos “externos” o se presta para justificar las “técnicas” para la “pacificación”, manipulación, desorganización y control de de toda rebeldía contra el capitalismo. Incluso un examen superficial de las bibliografías filosóficas, evidenciaría una “industrialización” de la Filosofía burguesa bajo una orientación abrumadora hacia la acumulación y el control. Basta ya de la Filosofía prostituida, directa y estrechamente, por la maquinaria del estado y del gobierno burgués, al punto de convertirse en inteligencia ideológica sirviente entre el estado y la producción industrial, sus amos salariales que se caracterizan por su intenso carácter represor y, por lo tanto, de operaciones ocultas. De ahí la pobreza teórica en la farándula bibliográfica burguesa. 

Quizás sea bueno recordar que el debate Capital-Trabajo no ha sido considerado como indispensable para los Filósofos de mercado que, ni en sus investigaciones, abarcan aquella problemática que tenían un interés tanto teórico como práctico. No se ve que abunde una línea que denuncie el hecho monstruoso (sus raíces y consecuencias) que Nagasaki e Hiroshima marcaron inequívocamente con el sello capitalista y la alianza criminal para la dominación de la naturaleza con la dominación de la humanidad a cambio del poder financiero. ONU: 30 millones de personas están al borde de la hambruna. Y es que sólo con un reconocimiento crítico muy riguroso, y consensuado, de la fase presente del capitalismo y del imperialismo será posible desarrollar una producción filosófica que permita a los pueblos trascender el fetichismo ideológico y ascender a una práctica filosófica realmente emancipadora capaz de devolverle fuerza al desarrollo del verdadero papel de la Filosofía en sociedades sometidas por el capitalismo. Una Filosofía transformadora que desenmascare a “tigres de papel”, miseria de la bibliografía) a quienes se debe combatir y derrotar, definitivamente, si se quiere ensanchar el camino de una genuina Filosofía (la emancipación humana de la peor etapa del capitalismo) deseable, posible y realizable -Sánchez Vázquez- hecha por el pueblo emancipado y emancipador. Y transformar al mundo. Karl Marx escribió en la primavera de 1845 (aunque publicado por Engels hasta 1888) “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. (Die Philosophen haben die Welt nur verschieden interpretiert; es kommt aber darauf an, sie zu verändern.) No se necesita licencia para pensar y actuar.







jueves, 18 de febrero de 2021

El Bloqueo es un Crimen de Lesa Humanidad 

Consecuencias económicas y culturales del cinismo imperial

Fernando Buen Abad Domínguez 

Según la ONU, son crímenes contra la humanidad los que constituyen ataques generalizados o sistemáticos a la población civil. Son “crímenes de lesa humanidad” los exterminios, la esclavitud, la deportación o expulsión forzosa, la privación de la libertad física e intelectual que viola el derecho internacional. Son “crímenes de lesa humanidad” las torturas, las violaciones, la prostitución y la violencia sexual, la persecución de un colectivo (incluido su “linchamiento mediático”) por motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos o de género; la desaparición forzada de personas, el apartheid y otros actos que atenten contra la integridad de las personas y de los grupos sociales. Por ejemplo el Bloqueo, aunque lo llamen “embargo”. Antes de que los “puristas” de las clasificaciones leguleyas alienten esperanzas de ensayar elocuencias escolásticas, sepan que no tendrán lugar aquí. Es Delito de Lesa Humanidad todo cuanto atente contra la vida, la libertad, los derechos y la dignidad de las personas… y los Bloqueos son una de las formas de las guerras más alevosas, ilegales e ilegítimas, del capitalismo aunque contraten o inventen ideólogos, tratados internacionales y legislaciones para camuflarse.


Pero combatir al Bloqueo no es asunto sólo “legal”, de poco han servido las decenas de repudios internacionales en la ONU ni las proclamas airadas de las voces más indignadas. La batalla contra el Bloqueo es una lucha política sin cuartel que no se detiene a las puertas de las burocracias y que implica una batalla tenaz y radical contra el capitalismo, su modo de producción y sus relaciones de producción. Sin duda el capitalismo, en su desarrollo, luego de la Segunda Guerra Mundial, produjo iguales o peores horrores contra la especie humana. Produjo todo género de usurpaciones, invasiones y hurtos. Todo tipo de engañifas, manipulaciones y humillaciones. Destrucción del planeta, de países y de culturas. Vulgaridad, individualismo y racismo. Miseria, pobreza y desamparo. Secuestros, usurpaciones y bloqueos. ¡Imposible maquillar tantos horrores!. Las consecuencias empeoran y se comportan como pandemia. No hay futuro para la humanidad bajo un sistema así. Y para castigar a quienes se niegan a aplaudir sus horrores, el imperio impone sanciones, “embargos” y bloqueos. Todo junto o separado, no son lo mismo. Son formas de una guerra despiadada contra los pueblos y contra la humanidad. Por ejemplo, el Bloqueo contra Cuba es el más prolongado que se conoce en la historia moderna. Aunque ha sido condenado sinnúmero de ocasiones nada ocurre; lo mismo está sucediendo contra Venezuela y contra todo aquel que intente desarrollar nexos de cualquier orden con ambos países. 

Algunos se conduelen sólo por los “daños económicos” ocasionados por el Bloqueo, pero es insuficiente para comprender y denunciar los estragos en los campos de la salud, la educación, la vivienda, el trabajo y la cultura. El Bloqueo, es parte de la Guerra Psicológica imperial contra toda rebeldía. No olvidemos la obligación ética, que tenemos todos, de denunciar el ataque sistemático contra el estado de ánimo de los pueblos sometidos al bloqueo. Está más clara que nunca la urgencia de una nueva proclama planetaria por los Derechos Humanos, esta vez despejando toda huella de individualismo (del solo lamento por los derechos individuales) para ascender a una práctica humanista que aprenda a no reducir los Derechos y, a cambio, aprenda a expandir, y profundizar, todas sus nociones a su carácter social necesario. Es hora de habilitarnos con un programa humanista mundial nuevo, con carácter vinculante, en todos los cuerpos constitucionales y en todas las jerarquías éticas con que debe armarse una justicia social verdadera que nos ponga a salvo de las formas despiadadas de desigualdad, desamparo y marginación reinantes. 

Necesitamos una Declaración de los Derechos Humanos de nuevo género que condene al Bloqueo, esta vez democrática, suscrita por las organizaciones de los trabajadores y trabajadoras, aceptada por los movimientos sociales en pie de lucha contra la separación de la humanidad en clases sociales. Un sistema humanista nuevo, de capítulos subordinados a una concepción dinámica e integral, capaz de perfeccionarse con su práctica objetiva y con la organización democrática permanente de veedores, supervisores y controladores organizados en comités éticos para el desarrollo de los Derechos y las Responsabilidades colectivas. Romper con toda “letanía de falsa democracia” para verdaderamente democratizar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, renovarla desde los consensos. Es un paso obligado en el corto plazo. Romper con la idea de que tal Declaración ha de mantenerse enjaulada en la verborrea diplomática, para ascender a una que se vuelva “carne de las luchas” humanistas de base socialista. Una Declaración de los Derechos Humanos que sea sinónimo de fortaleza práctica sostenida con pensamiento crítico. Necesitamos una Declaración de los Derechos Humanos revolucionaria, que incluya debates y escrutinio de los pueblos contra sus opresores.

Hasta hoy “Los derechos humanos —escribe Marx— son los derechos de miembros de la sociedad burguesa, es decir, de individuos egoístas, separados de sí y de la comunidad”… pero los derechos del ciudadano son “derechos que sólo pueden ejercerse en comunidad. Su contenido es la participación en la comunidad, y concretamente en la comunidad política, en el Estado”. Ninguno de los derechos humanos trasciende en individuos replegados en sí mismos. Necesitamos una Declaración de los Derechos Humanos que sea herramienta de crítica cotidiana, cercana y en acción cuyas proclamas luchen en el sentido fundamental del respeto inalienable por el trabajo: “todos los miembros de la sociedad tienen igual derecho a percibir el fruto íntegro del trabajo” o a un “reparto equitativo del fruto del trabajo”. 

Necesitamos un acuerdo internacionalista, de las bases, para re-fundar los Derechos Humanos de manera esencialmente crítica contra el carácter sumamente limitado e inhumano de la lógica del capital. Para luchar contra el Bloqueo (contra toda forma de bloqueo) que constituye un crimen, flagrante y sistemático. Humanismo que sea más que un compendio de “buenos propósitos” filantrópicos; que sea una manera más de ascender a la práctica emancipadora. Como lo pensaba Marx, a la luz de la Historia, inseparable del contenido insuflado por las fuerzas sociales en sus luchas emancipadoras. Humanismo de “nuevo género” como acción deseable, posible y realizable para las fuerzas que se fundamentan en la democracia participativa y revolucionaria. Humanismo, hoy más necesario que nunca, para no sucumbir a la opresión ideológica más feroz implícita en la sustracción de plusvalía. Humanismo que no se detenga ante nada, que defienda a la naturaleza, que proteja al patrimonio cultural,  que combata a los negocios de las guerras, de los bancos buitres y de los “mass media” máquinas de guerra ideológica. No traguemos más engaños, el Bloqueo es un Crimen de lesa Humanidad. Y hay que frenarlo, sancionarlo y obligarlo a reparar los daños, globalmente.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

NO ODIO 

Semiótica de ciertas Bajas Pasiones 

Campaña Mundial para Erradicar la Cultura del Odio en los “Medios de Comunicación”

Instituto de Cultura y Comunicación / Centro Sean MacBride. UNLA. 

Fernando Buen Abad Domínguez 


Entre las muchas emociones retrógradas, con que convivimos obligadamente, el odio despunta por su irracionalidad y estulticia. Para la especia humana es una emboscada inútil, es siempre contraproducente y degradante. Quien odia desciende drásticamente los niveles de humanización, acepta una condición de vida social mutilada y pacta, de modo tácito y explícito, una esclavitud perversa e intensa de la que suele no haber escapatoria. Algunos la disfrutan mucho. 

Odiar es, principalmente, una herida moral que nos propina la lucha de clases cuando nos desorientamos y perdemos vista el lado al que pertenecemos, objetiva y subjetivamente. En el odio se expresa la pulsión de impotencia que empuja a destruirlo todo para simplificar las contiendas por la fuerza de la peor negación. Quien odia trueca el modo de la lucha por espejismos con soluciones mágicas. Siempre es más fácil embriagarse en odio -y obrar aturdido- aunque resulte más riesgoso y más costoso. 

Bajo la presión de la lucha de clases se producen muchas distorsiones si se carece de método científico y consensuado. Una fragilidad teórica y práctica deriva fácilmente en odio porque se renuncia a la razón argumental y organizativa a cambio de catarsis negacionistas en extremo infectadas por violencia estúpida, silogismos “viscerales” y derrumbes éticos bañados en sangre. Pura inutilidad para la especie humana. Algunos “progresismos” reivindican un odio al que suponen con fuerza aglutinante y movilizante. Viven de un error teórico y práctico que no sólo no permite avanzar sino que es sospechoso porque desplaza de su eje la formación humanista que permite organizar fuerzas para superar los odios con las armas de la crítica.

Hay tantos tipos de odio como distorsiones en el método transformador. Tal variedad nace y se reproduce en los vacíos que deja la ignorancia y la falta de rigor para la praxis, en todos los niveles y en todos los frentes de la lucha. Sea de nuestro lado o del otro. Nadie está a salvo, aquel que se siente dueño de objetos, personas o conceptos (como botines de su “propiedad privada”) comete un error (a veces voluntario) que lo conducirá a odiar tarde o temprano. Es ingrediente del odio sentir que se ha sido despojado de alguna propiedad. Y hay tantas mezclas de despojo, combinadas con aprehensión propietaria, que ha ido multiplicándose y profundizándose la complejidad del repertorio de los odios. En el odio de la clase opresora se coagulan -y sinceran- todas las patologías del capitalismo. Es uno de sus espejos más nítidos. Es odio “refinado”, que se ha sofisticado, instrumentalizado y maquillado hasta parecer, incluso, “amor al prójimo” o filantropía para anestesiar insurrecciones populares. Mientras los odiadores ponen cara de “buenos”.

Por eso odian más quienes más roban. Odian por lo creen que pierden, o por la simple sospecha de ser expropiados. Odian a sus expropiadores pero más odian la idea y la práctica que convierten lo expropiado en posesión colectiva. Existen odiadores expertos que han cultivado extensiones enormes de odio y las atienden con esmero como si se tratara de “nuevas propiedades”. Han hecho escuelas de odio muy refinadas. Cuentan con estructuras jurídico-políticas a granel. Tienen religiones, universidades y entretenimientos donde se perfecciona el odio de clase, se lo esparce como “sentido común” (y como identidad) y se le reconoce valor de uso y valor de cambio en el mercado del control social, del monopolio del poder político y del poder militar. Odio miserable pero, eso sí, muy rentable. En el relato de las burguesías el “odio” reviste récords de época muy convenientes para la apropiación del producto del trabajo ajeno. Con el beneplácito de algunos “expertos” y de sus jefes, convierten el odio en una corriente desenfrenada, cargada con “nuevas clasificaciones”, donde reina -sin tapujos- la idea de que odiar es condición de los seres humanos capaces, incluso, de odiarse a sí mismos con odio funcional y contra su propia clase… y por cuenta propia. Determinismo del odio que no tiene horarios. No permitas que los noticieros burgueses te convenzan de odiar a tu propio pueblo. No te tragues el odio oligarca como si fuese tuyo.

Odiar implica desaparecer al oponente, exterminarlo. Incluso con violencia ignota. Con odio se cancela el debate, los diferendo, el “agón” griego. Se suprime el trabajo de argumentar racionalmente para convencer con evidencias. Se suprime la contrastación de criterios o experiencias y se impone el individualismo aberrante de “la razón soy yo”, aunque para eso haya que usar palos y plomo, cárcel y persecución. El odio cancela la igualdad, la libertad, la tolerancia, el respeto a la dignidad y a la autonomía del otro. Es impensable una sociedad igualitaria y digna mientras haya gente produciendo odio y vendiéndolo como uno de los más grandes negocios de la Historia. Propagar odio debería ser considerado Delito de Lesa Humanidad. 

 Hay víctimas del odio que no devuelven odio. Víctimas que han sabido dignificar su dolor sin permitir que se degrade en odio. Espíritus y luchas ejemplares que, por el contrario, han ascendido a la praxis de las batallas reivindicatorias, apasionadamente y a salvo de los odios. Es imprescindible entender la naturaleza del odio, sus raíces, causas y efectos… combatirlo en sus más diversas facetas e impacto en las visiones y conductas deformadas por las ideologías del odio y con odio (racistas, sexistas, integristas que la fomentan) Es una tarea central derrotarlo… en y con todo lo que tengamos a mano, incluyendo la literatura, las artes, el cine y los “mass media”. Hay que llamar a todos los frentes dignos, y en pie de lucha, a frenar la propagación del discurso del odio contra migrantes y contra todos los grupos llamados “minoritarios”. Desterrar el odio a los líderes sociales, a los movimientos emancipadores, a los mandatarios de las naciones progresistas o revolucionarias. Combatir el odio desatado y cultivado en las “redes sociales”.  Frenar el odio generalizado para amenazar a la voluntad democrática de los pueblos. Desterrar el odio creado para sofocar el disentimiento legítimo, la libre expresión popular, el derecho a vivir sin violencia…  y, además, exigir que cesen los caminos por donde transita el odio de clase y la violencia burguesa disfrazada, también, de “libertad de expresión”.  

martes, 3 de noviembre de 2020



        Los Placeres del Engaño

Estética de las “Fake News”

Fernando Buen Abad Domínguez 

“Quizá me haya acostumbrado tanto a las mentiras, 

que la verdad me suena indecentemente falsa” 

(Trainspotting, DannyBoyle, 1996, basada en la 

novela homónima escrita por Irvine Welsh) 

A la mentalidad burguesa, patrocinadora de la más brutal metástasis de miedos rentables, le repugna vivir sin certezas negociables, cuando no las posee las inventa (o le paga a alguien para que se las invente) así sea de forma placentera o efímera, como en la publicidad o como en las iglesias, por ejemplo. Fabrican toneladas de angustia reflejada ante la realidad, (como en la caverna de Platón) y con tal angustia pavimenta el camino de todas las negaciones y las resignaciones. Si el mundo es (como lo presentan desde la moral judeocristiana) un amasijo de amenazas que aterrorizan, la única verdad es la alegría del engaño que consiste en aceptarlo todo tal como nos lo representan y defender, fanáticamente, lo que ofrezca algo de seguridad. Eso facilita asumir el engaño como la mejor realidad, como el mejor escudo que es mucho más placentero y fácil. La otra realidad es imposible enfrentarla porque nos muestra vulnerables, impotentes, frágiles… y para eso, mejor vivimos de ilusiones convencidos de que somos una humanidad creada para el engaño y por el engaño… en la vida “privada”, en la política, en la educación, en el arte… vivir de ilusiones sabrosas. Así es la cosa desde Adan y Eva.

Un cantante de poca monta, y relativa fama en México, decía en uno de sus “éxitos”: “miénteme más que me hace tu maldad feliz”. ¿Por qué les gusta a algunos la mentira, qué placer produce la falsificación de lo que estamos viendo y viviendo? ¿Reina la “pereza mental”, la flojera de saber la verdad y asumirla? Freud conocía bien estas estrategias psicológicas a las que denominó “mecanismos de defensa” y que permiten alejar la realidad mientras no estamos preparados para enfrentarla. Existe una manía inducida de negar lo existente, que no es ignorancia (ni error) sino negación de conocer la realidad… y hacerla amable.

¿Qué es lo que nos hace disfrutar del engaño? Son múltiples las causas asociadas a lo doloroso y a lo irremediable. El final de la felicidad, de los amores… de la vida misma. En la Historia de la Filosofía se contabilizan cientos de corrientes idealistas acostumbradas a sembrar la idea de que de la realidad provienen todas las desgracias. De esos idealismos han vivido muchos filósofos, padres o padrastros del subjetivismo, el escapismo, el irracionalismo y los idealismos escolásticos seriales. Si la realidad es amenazante, incomprensible e incognocible… un vertedero demoníaco de miedos y pavores… más nos vale huir y resguardarnos en alguna ficción, fantasma o falacia confortables como el vientre de una madre. El placer uterino por el engaño. Aquella canción del mal cantante con relativa audiencia, dice: “Voy viviendo ya de tus mentiras…”, “… más si das a mi vivir la dicha con tu amor fingido, miénteme una eternidad que me hace tu maldad, feliz. Y qué más da, la vida es una mentira, miénteme más, que me hace tu maldad feliz”. (Autor: Armando Domínguez Borrás)

Ha gastado el capitalismo millonadas de millonadas en convertir las falacias en placeres, y esa es una realidad abrumadora. Pero el disfrute del engaño comporta un grado de aberración que requiere tratamientos semióticos, sociológicos y psiquiátricos, entre muchas otras herramientas, para desentrañar el embrollo ideológico que nos ha fabricado la ideología dominante. ¿Cómo combatir el masoquismo que se expide como goce por el engaño perpetrado por cualquier político mediocre, que promete cambios y paraísos, magia feliz en abundancia? ¿Cómo creerle, con placer, a la publicidad de jabones, tarjetas de crédito, automóviles o medicamentos milagrosos…? ¿Cómo creer que con dinero se puede comprar todo lo que nos salva de la realidad y de la lucha de clases?. Han invertido fortunas en enseñarnos a amar los estereotipos y las jerarquías de las mentiras, desde las “piadosas” hasta las “altas traiciones”. Así, la mentira hecha placer, ha intoxicado a las Repúblicas y a las Democracias con falacias que no salvaguardan los derechos de todos, falacias (incluso jurídicas) que enmascaran la pobreza de las mayorías, que toleran los salarios míseros, que aceptan la intemperie para las familias, que reglan al poder al “crimen organizado”, que simplemente son incapaces de garantizar la salud pública… la vida institucional reducida a farsa bajo el yugo del Capital encaramado en los lomos de la especie humana. La gran farsa de que el capitalismo es una civilización en construcción. Que hay un capitalismo bueno: “Happytalism”.

No hemos completado las independencias, las revoluciones ni las modernizaciones. El “progreso” ha sido reducido a una inmensa “Fake News” para anestesiar electorados. Mintieron rentablemente los que saquean fortunas al Estado (dinero del pueblo) Aquí se miente sabrosamente. Se miente encarnizadamente, con talento de rufianes y cultura de autocomplacencia. Se miente sin necesidad y por placer, se miente a otros, y a uno mismo, como si la verdad fuese insuficiente e intrascendente, de poca monta y despreciable. Como si fuese siempre “terrible” y siempre “aburrida”. Se miente cuando se promete y cuando se roba, se miente en los presupuestos y en la efemérides, en las anécdotas y en las bitácoras. El gran problema es que la mentira, convertida en placer de masas, ha creado la atmósfera de desconfianza que a la burguesía le conviene, en un mercado de sospechas ominosas efectivas para descreer de todo. Vivimos una pandemia de falacias recíprocas para hacer posible el sueño de la dominación perfecta, el control de las emociones, los sentimientos y los deseos. Falacias para forjar un totalitarismo y vivir la impunidad de falsificarlo todo anulando la conciencia y la voluntad de los pueblos. ¿Es una exageración? El uso de la mentira se ha relativizado; es una arma de guerra ideológica para asegurar  el acatamiento disciplinado de las órdenes de manera rápida, ubicua y acrítica. 

Guerra ideológica en situaciones de estrés, guerra para someter a un enemigo y que disfrute de su esclavitud sin presentar batalla. Campos minados con falacias que paralizan, regulan, anulan y confunden la voluntad y la capacidad de comprensión. Convierte a algunas personas en autómatas, sin habilidades críticas, sin conciencia de la realidad y con vergüenza de mostrar sus dudas. Está en marcha el rediseño, a escala mundial, de los aparatos de fabricación de falacias placenteras. Aparatos de colecta y diseminación de “Fake News” con el don de la ubicuidad y la velocidad para crear “consensos”. Cuando todos creen en la misma falacia todo parece más real. Trabajan en esto los más diversos “think tanks” obsesionados en destruir la capacidad crítica y la voluntad de emancipatoria de los pueblos para mover al mundo hacia un “Nuevo Orden” burgués al ritmo que conviene a los mercados y con una especie humana consumista convencida de que eso es vivir en “libertad”. Y disfrutarlo. 

Libros de Filosofía

Semiosis Insurgente

Filosofía Beligerante para la emancipación (Permanente)

Fernando Buen Abad Domínguez
Herencias que el Capitalismo quiere hacer invisibles

Diagnóstico Sucinto

13 factores (al menos) determinantes del escenario alienante actual:

1. Depredación salvaje de las condiciones laborales mundiales.

2. Recrudecimiento acelerado de las agresiones imperiales: saqueo, explotación degenerados.

3. Destrucción galopante de los ecosistemas, las tierras de cultivo, los cielos, los ríos y los mares…

4. Guerra Mediática y Terrorismo Mediático monopólicos.

5. Guerra simbólica de baja y alta intensidad para la sumisión y la enajenación.

6. Reino de la mediocridad, de la estética burguesa y sus mercancías ideológicas para la represión.

7. Recomposición militar del imperio: Bush, McCain sus siervos y “el destino manifiesto de la IV Flota”[1]

8. Reformismo desesperado y cinismo fascista como alimento de los peores fraudes.

9. Exacerbación del odio burgués contra la clase trabajadora.

10. Nazi-Fascismo inoculado en la educación y academicismos para la inmovilidad.

11. Barbarie, miseria y violencia demencial para contra los pueblos expulsados por el hambre.

12. Oscurantismo, superchería, creacionismo, irracionalismo, fanatismo, fundamentalismo…

13. Crisis alimentaria, Crisis educativa, Crisis de vivienda, Crisis sanitaria, Crisis migratoria.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=70469

Algunas Matemáticas del Hambre

Si tomamos en cuenta los precios internacionales de los alimentos para este mes que según la FAO son de USD 1.055 la tonelada de cambures, 4.144 la tonelada de carne bovina, 425 la de arroz, 1.692 el pescado, 2.062 el pollo y 345 el trigo. Si calculamos por ejemplo una dieta promedio de 150 gramos de cambur, 150 gramos de res, 200 de arroz, 100 de pescado, 200 de pollo y 200 de trigo, la alimentación de una persona por un día tendría un costo de USD 1,52 y asumiendo que la preparación de estos alimentos dupliquen el costo, estaríamos por el orden de los 3 dólares por persona al día, considerando la más ineficiente forma de distribución. Extrapolando, alimentar a 10 millones tendría un costo de 30 millones de dólares al día. Estos datos pueden ser consultados en http://www.fao.org/economic/est/statistical-data/est-cpd/en/.

La FAO ha declarado en emergencia dos regiones del sur de Somalia, casi 4 millones de personas requieren atención urgente, mas 10 millones podrían estarlo en las próximas semanas.

Por otro lado, leo en http://tinyurl.com/3vk8lfn que los estadounidenses han gastado solo en Libia 715 millones de dólares, sobra decir que en cosas para matar gente, unos 24 días de comida para 10 millones de personas, eso sin contar los más de 10.000.0000 millones que ha costado la guerra en en Afganistán. Cualquier cosa que diga de aquí en adelante será mi opinión. La cual no interesa en este momento.

Publicado por JeanPier en 10:15

http://camaradaraskolnikov.blogspot.com/


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